miércoles, 20 de mayo de 2015

JOHN DEWEY ( 1859-1952).



Filósofo norteamericano de la primera mitas del s. XX. Parte de la filosofía de Kant y realiza su doctorado sobre éste. Toma las ideas del Naturalismo, especialmente de Darwin y su origen de las especies. Su filosofía se basa en la unidad entre la teoría y la práctica y su pensamiento se basa en que la “democracia es libertad”. Sin embargo, Dewey destaca, sobre todo, por sus ideas reformadas de la educación.

            Empieza a desarrollar la teoría del conocimiento que cuestionaba los dualismos que oponen mente y mundo, pensamiento y acción. También destaca “la necesidad de comprobar el pensamiento por medio de la acción si se quiere que éste se convierta en conocimiento”, ya que para él, el pensamiento es una acción mediadora e instrumental que ha evolucionado para servir los intereses y el bienestar humanos.

            Dewey se propone elaborar una pedagogía basada en su propio funcionalismo e instrumentalismo y está convencido de que no hay ninguna diferencia en la dinámica de la experiencia de niños y adultos, pues todos son seres activos que aprenden mediante su enfrentamiento con situaciones problemáticas que surgen en el curso de su vida. Según él, el pensamiento es el destinado a resolver esos problemas de la experiencia y el conocimiento es la acumulación de sabiduría que genera la resolución de esos problemas.

            En su opinión, los niños no llegan a la escuela como limpias pizarras pasivas en las que los maestros puedan escribir las lecciones de la civilización. Cuando estos niños empiezan la escuela, ya llevan en sí cuatro impulsos innatos que son “los recursos naturales, el capital para invertir, de cuyo ejercicio depende el crecimiento activo del niño” (Dewey, 1899, pág. 25). Estos cuatro impulsos son: comunicar, construir, indagar y expresarse de forma más precisa. La función del maestro es aprovechar toda esa información que ya traen incorporada y orientarla hacia actividades de la escuela con resultados positivos y provechosos. El maestro tiene que aprovechar el interés del niño y orientarlo hacia su culminación en todas las materias, ya sean científicas, históricas o artísticas. Los intereses de los niños no son logros, sino que son aptitudes respecto de posibles experiencias y su valor reside en la fuerza que proporcionan, no en el logro que representan.

            Según Dewey, los maestros deben “reincorporar a los temas de estudio en la experiencia” (ibid., pág. 285), pues son el producto de los esfuerzos del hombre por resolver los problemas que su experiencia le plantea. Los maestros, además, tienen que apelar a las motivaciones del niño que no guardan relación con el tema estudiado (como pueden ser el temor al castigo y a la humillación,…), porque también son importantes para su desarrollo y  tiene que poder ver el mundo con los ojos del niño y no con los del adulto. La mayoría de los maestros no poseen los conocimientos teóricos  y prácticos que son necesarios para enseñar de esta manera, pero él considera que pueden aprender a hacerlo.

            Para Dewey, la función principal de la educación es ayudar a los niños a desarrollar su “carácter”, ese conjunto de hábitos y virtudes que les permita realizarse plenamente. Para que la escuela pueda fomentar el espíritu social de los niños y desarrollar su espíritu democrático tiene que organizarse en comunidad cooperativa. La escuela debe ser un lugar de vida para el niño, donde él forma parte de la sociedad y, al mismo tiempo, es consciente de que forma parte de esa sociedad y contribuye a ello. Los maestros tienen que crear un entorno social en el que los niños asuman por sí mismos las responsabilidades de una vida moral democrática.

Por otra parte, el concepto que tiene Dewey de la escuela es una escuela constructiva que se debe desarrollar en dos direcciones:

-        La dimensión social de esta actividad constructiva.

-        El contacto con la naturaleza que le proporciona su materia prima.

Con la fundación de la “Escuela de Dewey”, su autor crea el departamento de pedagogía, pues él lo considera “el elemento esencial de todo el sistema escolar” y la clave de la pedagogía, para él, consiste en proporcionar a los niños “experiencias de primera mano” sobre situaciones problemáticas, a partir de las propias experiencias, porque considera que “la mente no está realmente liberada mientras no se creen las condiciones que hagan necesario que el niño participe activamente en el análisis personal de sus propios problemas y participe en los métodos para resolverlos” (Dewey, 1903, pág. 237). Los niños deben participar en la planificación de sus proyectos, cuya ejecución se caracteriza por una división cooperativa del trabajo en la que las funciones de dirección se asumen por turno. Por otro lado, la labor de los maestros debe ser muy parecida al trabajo de los niños para que pueda haber una comunidad cooperativa.

Con la creación de su escuela, Dewey cree que servirá para aquellos que pretenden transformar la educación pública, así como de terreno de formación y centro de investigación para los maestros y especialistas partidarios de la reforma.

Sin embargo, no todo son puntos positivos. Dewey recibe muchas críticas cuando lleva a cabo sus teorías y él se defiende. Ataca a los “progresistas administrativos” que abogan por programas de educación profesional en los que él ve una enseñanza de clase que convierte a las escuelas en un agente aún más eficaz para la reproducción de una sociedad antidemocrática. Por otro lado, los demócratas radicales tienen que considerar que sus alumnos poseen capacidad para llegar a las mismas conclusiones por los mismos medios, no sólo porque es una actitud más democrática, sino también porque estas conclusiones deben estar sometidas a la vigilancia permanente que proporciona esa educación.

Para la mayoría de los educadores, constituye una amenaza demasiado grande contra los métodos y las asignaturas tradicionales. Sus consecuencias sociales son demasiado radicales para los abanderados de la eficiencia científica, y no lo suficientemente radicales para algunos partidarios de la reconstrucción social.

Dewey llega a reconocer que la escuela constituye uno de los principales instrumentos de reproducción de la sociedad de clases del capitalismo industrial, y que es muy difícil transformarlas en un agente de reforma democrática. Los esfuerzos por convertirlas  en medio impulsor de una sociedad más democrática tropiezan con los intereses de los que quieren conservar el orden social existente. Los defectos de la escuela reflejan y mantienen los defectos de la sociedad en su conjunto, que no pueden corregirse sin luchar por la democracia en toda la sociedad.

A pesar de todo, hoy en día Dewey es considerado como uno de los principales precursores de las reformas educativas e innovador de la escuela experimental y sigue siendo una gran fuente de inspiración para muchos.

 

(UNESCO (1993 ): Revista trimestral e educación comparada. Oficina Internacional de Educación, París, vol. XXIII, nº1-2).

No hay comentarios:

Publicar un comentario