Filósofo
norteamericano de la primera mitas del s. XX. Parte de la filosofía de Kant y
realiza su doctorado sobre éste. Toma las ideas del Naturalismo, especialmente
de Darwin y su origen de las especies. Su filosofía se basa en la unidad entre
la teoría y la práctica y su pensamiento se basa en que la “democracia es
libertad”. Sin embargo, Dewey destaca, sobre todo, por sus ideas reformadas de
la educación.
Empieza a desarrollar la teoría del
conocimiento que cuestionaba los dualismos que oponen mente y mundo,
pensamiento y acción. También destaca “la necesidad de comprobar el pensamiento
por medio de la acción si se quiere que éste se convierta en conocimiento”, ya
que para él, el pensamiento es una acción mediadora e instrumental que ha
evolucionado para servir los intereses y el bienestar humanos.
Dewey se propone elaborar una
pedagogía basada en su propio funcionalismo e instrumentalismo y está
convencido de que no hay ninguna diferencia en la dinámica de la experiencia de
niños y adultos, pues todos son seres activos que aprenden mediante su
enfrentamiento con situaciones problemáticas que surgen en el curso de su vida.
Según él, el pensamiento es el destinado a resolver esos problemas de la
experiencia y el conocimiento es la acumulación de sabiduría que genera la
resolución de esos problemas.
En su opinión, los niños no llegan a
la escuela como limpias pizarras pasivas en las que los maestros puedan
escribir las lecciones de la civilización. Cuando estos niños empiezan la escuela,
ya llevan en sí cuatro impulsos innatos que son “los recursos naturales, el
capital para invertir, de cuyo ejercicio depende el crecimiento activo del
niño” (Dewey, 1899, pág. 25). Estos cuatro impulsos son: comunicar, construir,
indagar y expresarse de forma más precisa. La función del maestro es aprovechar
toda esa información que ya traen incorporada y orientarla hacia actividades de
la escuela con resultados positivos y provechosos. El maestro tiene que
aprovechar el interés del niño y orientarlo hacia su culminación en todas las
materias, ya sean científicas, históricas o artísticas. Los intereses de los
niños no son logros, sino que son aptitudes respecto de posibles experiencias y
su valor reside en la fuerza que proporcionan, no en el logro que representan.
Según Dewey, los maestros deben
“reincorporar a los temas de estudio en la experiencia” (ibid., pág. 285), pues son el producto de los esfuerzos del hombre
por resolver los problemas que su experiencia le plantea. Los maestros, además,
tienen que apelar a las motivaciones del niño que no guardan relación con el
tema estudiado (como pueden ser el temor al castigo y a la humillación,…),
porque también son importantes para su desarrollo y tiene que poder ver el mundo con los ojos del
niño y no con los del adulto. La mayoría de los maestros no poseen los
conocimientos teóricos y prácticos que
son necesarios para enseñar de esta manera, pero él considera que pueden
aprender a hacerlo.
Para Dewey, la función principal de
la educación es ayudar a los niños a desarrollar su “carácter”, ese conjunto de
hábitos y virtudes que les permita realizarse plenamente. Para que la escuela
pueda fomentar el espíritu social de los niños y desarrollar su espíritu
democrático tiene que organizarse en comunidad cooperativa. La escuela debe ser
un lugar de vida para el niño, donde él forma parte de la sociedad y, al mismo
tiempo, es consciente de que forma parte de esa sociedad y contribuye a ello. Los
maestros tienen que crear un entorno social en el que los niños asuman por sí
mismos las responsabilidades de una vida moral democrática.
Por
otra parte, el concepto que tiene Dewey de la escuela es una escuela
constructiva que se debe desarrollar en dos direcciones:
-
La dimensión social de esta actividad
constructiva.
-
El contacto con la naturaleza que le
proporciona su materia prima.
Con
la fundación de la “Escuela de Dewey”, su autor crea el departamento de
pedagogía, pues él lo considera “el elemento esencial de todo el sistema
escolar” y la clave de la pedagogía, para él, consiste en proporcionar a los
niños “experiencias de primera mano” sobre situaciones problemáticas, a partir
de las propias experiencias, porque considera que “la mente no está realmente
liberada mientras no se creen las condiciones que hagan necesario que el niño
participe activamente en el análisis personal de sus propios problemas y
participe en los métodos para resolverlos” (Dewey, 1903, pág. 237). Los niños
deben participar en la planificación de sus proyectos, cuya ejecución se
caracteriza por una división cooperativa del trabajo en la que las funciones de
dirección se asumen por turno. Por otro lado, la labor de los maestros debe ser
muy parecida al trabajo de los niños para que pueda haber una comunidad
cooperativa.
Con
la creación de su escuela, Dewey cree que servirá para aquellos que pretenden
transformar la educación pública, así como de terreno de formación y centro de
investigación para los maestros y especialistas partidarios de la reforma.
Sin
embargo, no todo son puntos positivos. Dewey recibe muchas críticas cuando
lleva a cabo sus teorías y él se defiende. Ataca a los “progresistas
administrativos” que abogan por programas de educación profesional en los que
él ve una enseñanza de clase que convierte a las escuelas en un agente aún más
eficaz para la reproducción de una sociedad antidemocrática. Por otro lado, los
demócratas radicales tienen que considerar que sus alumnos poseen capacidad para
llegar a las mismas conclusiones por los mismos medios, no sólo porque es una
actitud más democrática, sino también porque estas conclusiones deben estar
sometidas a la vigilancia permanente que proporciona esa educación.
Para
la mayoría de los educadores, constituye una amenaza demasiado grande contra
los métodos y las asignaturas tradicionales. Sus consecuencias sociales son
demasiado radicales para los abanderados de la eficiencia científica, y no lo
suficientemente radicales para algunos partidarios de la reconstrucción social.
Dewey
llega a reconocer que la escuela constituye uno de los principales instrumentos
de reproducción de la sociedad de clases del capitalismo industrial, y que es
muy difícil transformarlas en un agente de reforma democrática. Los esfuerzos
por convertirlas en medio impulsor de
una sociedad más democrática tropiezan con los intereses de los que quieren
conservar el orden social existente. Los defectos de la escuela reflejan y
mantienen los defectos de la sociedad en su conjunto, que no pueden corregirse
sin luchar por la democracia en toda la sociedad.
A
pesar de todo, hoy en día Dewey es considerado como uno de los principales
precursores de las reformas educativas e innovador de la escuela experimental y
sigue siendo una gran fuente de inspiración para muchos.
(UNESCO
(1993 ): Revista trimestral e educación
comparada. Oficina Internacional de Educación, París, vol. XXIII, nº1-2).
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