El desarrollo económico, los cambios culturales y políticos de los últimos años, la educación femenina, la Constitución de 1978 y las reformas del Código Civil de 1981 han contribuido mucho a la incorporación y participación de las mujeres en la actividad económica y en la intregración al mundo laboral. Todo esto ha provocado un cambio en los roles de la mujer y el hombre, en la sociedad y en las familias.
Por otro lado, la mujer continúa llevando una doble (o casi diría yo una triple) carga: el trabajo profesional, el trabajo doméstico y la responsabilidad de los hijos cuando éstos existen. Pues aunque el hombre empieza a asumir que el trabajo doméstico también es su responsabilidad, no participa de igual manera que la mujer. Ésta sigue teniendo mayor responsabilidad y trabajo en casa que el hombre. Y expresiones como yo ayudo a mi mujer, bien, yo colaboro en casa no ayudan mucho a la igualdad de la mujer en la sociedad y, sobre todo, en la familia, ya que la mujer no necesita colaboración sino un hombre que asuma sus responsabilidades.
Otro factor a tener en cuenta es el diferente uso de tiempo que emplea cada uno para las mismas funciones. A través de las encuestas de uso del tiempo se refleja la persistencia de la mayor dedicación de los hombres a las actividades de trabajo remunerado y la mayor dedicación de las mujeres al trabajo doméstico y familiar; éste les ocupa mucho, reduciendo su tiempo libre. Las diferencias más significativas en cuanto a usos de tiempo entre ambos géneros son que, como media, las mujeres dedican más tiempo al trabajo no remunerado y los hombres tienen más tiempo de ocio.
Lo que sí está claro es que aún queda mucho que hacer para llegar a la igualdad, pues hoy por hoy la mujer todavía tiene que elegir entre luchar por su carrera profesional para conseguirlo renunciando a una familia, o bien, renunciar a una carrera profesional ( después de haberse formado para ello) para poder tener una familia y ser madre. Hasta ahora, la mujer es una persona con límites no una máquina.
